martes, 9 de octubre de 2007

Bruce Springsteen

Un concierto muy especial

Aquella mañana de Octubre Rafa se levantó con una alegría desbordante; llevaba varios meses esperando el gran día. El motivo de su estado de ánimo era la atractiva velada musical que se le presentaba.
Su solista favorito, el ídolo de sus sueños desde la más temprana juventud, venía a su ciudad.
Bruce Springsteen le visitaba una vez más, y su encuentro con él sería exclusivo, como siempre; los dos solos cara a cara, voz a voz, gesto a gesto, a pesar de la distancia, del ruido ensordecedor y de los miles de fans que le rodearían.
Rafa, cuando va a los conciertos del “Boss”, y con éste eran ya nueve, se aísla de tal manera que sus ojos, oídos y todo su ser se entrega a la orgía de evocadoras sensaciones que el de Nueva Jersey le transmite: Canta sus canciones, toca su guitarra y se mueve y gesticula en un sincronismo casi perfecto con la estrella.

Rafa ya no es un adolescente, ha cumplido los cincuenta, pero eso no importa; había reservado su entrada en mayo, cinco meses antes, y la emoción le embargaba como aquella primera vez. Fue en el 81, en Barcelona, trece horas inolvidables. Allí quedaría enganchado de por vida al mejor de los músicos en directo, al más grande de los grandes, al “Jefe”.

Salió del trabajo pasadas las ocho, demasiado tarde, los culpables, una vez más, esos franceses tan pesados, que no cejan en su empeño de controlar a la pequeña filial española. Cogió el tren de cercanías y a las 21:15 ya estaba en Ventas. La lluvia, insistente durante el día, había decidido amainar y así rendir también pleitesía al genio.
Entró a la plaza con el tiempo ya muy justo y para poder disfrutar en plenitud de la fiesta decidió descargar vejiga e intestinos en unos servicios que hay junto a la puerta de cuadrillas, bajo el tendido cuatro; eran los lavabos de la enfermería.
Rafa conocía bien esas dependencias desde hacía más de 30 años, cuando su tío Luis, cirujano jefe de la plaza, allá por los setenta, le colaba gratis al callejón del tendido cuatro en las ferias de San Isidro.
Son ya las 9,30; el concierto arranca con fuerza y el nuevo trabajo de Bruce “We shall overcome” envuelve y cautiva a sus incondicionales
Es algo diferente, mezcla de Folk y Rock&Roll; pero el Italo-Irlandés lo da todo, como siempre.
Luego, tres largas horas de éxtasis musical, y sobre la una de la madrugada, con “American Land”, despedida y cierre.

A las dos y veinte un guardia de seguridad efectúa la ronda final por todas las dependencias.
En los lavados de la enfermería, se oyen los gritos de un hombre, que pide ayuda con desesperación.
Está atrapado en una cabina cuya cerradura ha quedado bloqueada.
Rafa, sin perder la compostura, agradece al vigilante su rescate y canturreando “Born to Run” abandona el recinto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al relato le falta tensión, pero está bien hilvanado. Se sigue con facilidad.
El final es sorprendente y al protagonista le pasa lo que le pasa porque no se sabe aquello de:"la gente bien educada, de casa sale meada".